Mi recorrido por el Idhie, una mirada a la realidad que viven familiares de personas desaparecidas.
Jarahmeel Paola Medina Pérez
Licenciatura en Derecho
Desde finales de 2018 el Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría SJ, ha buscado crear un vínculo de apoyo, acompañamiento y empatía con los colectivos de búsqueda de personas desaparecidas, intentando hacer eco de la voz de miles de familiares que buscan a más de 111,000 personas que hoy en México no están y no sabemos dónde están.[1] En México, diariamente desaparecen 14 niños, niñas y adolescentes, 26 mujeres y hombres. Las cifras son alarmantes, por eso es necesario ponerles un rostro, un nombre e historia a cada persona que forma parte de la cifra de desaparecidos.
A través de mi paso por el IDHIE he observado el compromiso social de la Ibero por ayudar y acompañar a los familiares de víctimas de desaparición, desde la invitación que hace a la sociedad, a repensar, tejer propuestas, alianzas para lograr justicia social, tendientes a formar un criterio más apegado a la realidad, misma que en los últimos años se ha convertido en una problemática Nacional.
El Encuentro Nacional de Colectivos conformado por familiares de personas desaparecidas, mismo que se llevó a cabo en instalaciones de la Ibero Puebla los días 11 y 12 de marzo del presente (2023), forma parte de una serie de estrategias para construir redes de apoyo entre los mismos colectivos de distintas entidades que, aunque comparten un fin, que es encontrar a sus seres amados, estos viven la búsqueda desde distintos escenarios y barreras. Como es el caso de Coahuila en el que el colectivo “Voz que Clama Justicia por Personas Desaparecidas, Coahuila”, ha encontrado un espacio de colaboración y apoyo con el gobierno, sin embargo, el común denominador es lo contrario; como el colectivo “La voz de los desaparecidos en Puebla”, que evidenció la obstaculización a la que se enfrentan por parte de las propias autoridades e instituciones que tienen la obligación de investigar y buscar a lxs desaparecidxs, como lo es la Fiscalía y la Comisión de búsqueda del Estado, aunado a la falta de capacitación y sensibilidad, lo que trae como consecuencia que su trabajo en las búsquedas sean menos efectivos.
La falta de recursos económicos, de herramientas y tecnologías que faciliten las búsquedas son problemas a los que también se enfrentan día con día, sin dejar a un lado la serie de complicaciones que viven los familiares, mismas que menoscaban su calidad de vida. Su salud y vida corren peligro, al ser sujetos de incontables amenazas provenientes de autoridades coludidas con el crimen organizado o directamente del crimen organizado; su salud va en detrimento por las condiciones a las que se exponen en la búsqueda en vida o campo. Su vida en todos los aspectos da un giro exponencial, como en el aspecto laboral que se ve frenado por la necesidad y el dolor de encontrar a sus familiares, priorizando el encontrarles y rompiendo los demás vínculos con otros miembros de la familia.
Debemos de ser conscientes de la gran labor que hacen los colectivos, porque gracias a ellos y a los vínculos que forman entre ellos es como pueden encontrar un espacio de apoyo con personas que están pasando por la misma situación y en quienes pueden confiar, abrirse y sentirse comprendidos, que es un gran parte aguas que fortalece su trabajo de búsqueda. Entre los integrantes del colectivo pueden recibir el reconocimiento a su gran esfuerzo, reconocimiento que no les dan las autoridades que son omisas al cumplir su deber de búsqueda.
La sociedad también debería darles el reconocimiento que se merecen por el largo camino que han recorrido los familiares, que en el caso del colectivo “La Voz de los Desaparecidos en Puebla”, su mayoría lo conforman mujeres, mujeres que crean colectivos para brindar apoyo a personas que estén viviendo la misma situación, para que encuentren un pequeño espacio en el que puedan desahogarse, llorar, gritar, reír, bailar, expresar su sentir. Los colectivos simbolizan una nueva familia y esperanza.
Les hago una invitación a todos los lectores a tener disposición por conocer la lucha de los colectivos, empatizar con su causa, considero que de esa forma podemos generar un panorama más esperanzador no solo para los familiares de personas desaparecidas, sino también para conseguir la transformación de las prioridades de la sociedad, inmersas en un sistema capitalista, que sólo se interesa por la gente que produce capital y no por los que ya no están.
Al final del día, el colaborar para el IDHIE desde el Observatorio de Desaparición de Personas (ODP) me ha hecho reflexionar sobre las realidades que antes ignoraba o tenía tan presentes, pero las creía alejadas de mí, hoy comprendo que nadie está exento de pasar por lo mismo y que no es necesario que me haya pasado a mí, algún familiar o conocido para que empatice y me sensibilice de los casos que veo en el servicio e incida en mí para colaborar en cambiar el panorama tan triste que existe, esto gracias al vínculo que ha nacido en mi al conocer a familiares y solidarios que conforman el colectivo, en mi opinión eso es lo que le hace falta a la sociedad, es decir, conectar sentimentalmente con los colectivos para así lograr ser más empáticos y solidarios con su lucha.
Referencias:
[1] Segob, Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas. Información visible en: https://versionpublicarnpdno.segob.gob.mx/Dashboard/ContextoGeneral.