Los lobos
Ixchel Jiménez
Estudiante de Literatura y Filosofía
El cielo duerme y la luna asciende,
el rebaño se queda solo, cantando a voces.
Claro de luna, por sí misma hermosa, pero tu cielo se nubla.
Ha llovido suficiente sobre el campo.
La tierra resuena sin decoro; los lobos van acercándose.
En la noche una aparición silenciosa.
Lloran en las sombras, pero no dicen nada bueno:
¡Protégenos pastor, porque los lobos nos acechan!
Quieren robar la sinfonía que del corazón late.
Ya han de regresar a la tierra en donde todo les pertenecía.
Que el cielo caiga y llegue el fin del mundo, las nobles horas se terminaron.
Al rebaño desdeñado lo han seguido hasta donde el crepúsculo parecerá frío.
La noche se tornó roja y delirante, la esperanza se disolvió en burlas,
aullidos extraños se arrastraron hasta aquel dorado esplendor.
Marchan de regreso y esconden sus huellas.
Lo que llovió, lo que dolió se queda en el pasado.
Carmesí ardió el campo a la salida del sol.