Cómo ser un agente de cambio y no morir en el intento
Por Natalia Gómez Gómez**
No quiero sonar grosera, pero para no aburrirlos desde el comienzo repitiendo lo que ya sabemos, quiero recordarles: ¡el mundo está jodido! Y cuando digo el mundo me refiero a este planeta que habitamos: la Tierra. Unos autores le han llamado crisis civilizatoria (Boff, 1999), otros colisión (Max-Neef, 1993), desgarramientos civilizatorios (Sánchez, 2018), el colapso. Creo que en síntesis, y de manera muy académica, todos han precisado sobre lo mismo de distintos modos para concluir tristemente que ¡estamos jodidos!
Y a veces, a decir por lo que sucede en determinados contextos, parecemos jodidos pero contentos. Hay quienes a lo mejor aún no comprenden la dimensión del asunto. Y es que esta crisis tiene que ver con el ambiente, la política, la economía, los valores y en esencia el cuidado. Tal como lo ha expresado Leonardo Boff desde 1999, el descuido e indiferencia en todos estos campos mencionados ha sido el síntoma latente desde entonces.
Hoy duelen las especies extintas como el caracol hawaiano (Achatinella apexfulva), el maltrato animal donde México tiene el primer lugar en Latinoamérica, según el Programa de Humane Society International, las talas de árboles masivas, que llegan a generar la pérdida de cerca de 175 mil hectáreas por año en este lugar del globo.
También duele la desigualdad, la pobreza, la indiferencia y en general, el descuido por los asuntos públicos y el desinterés por “la protección de la casa común” (Boff, 1999).
Sin embargo, y sin el ánimo de ser una entusiasta y positiva soñadora, todo este escenario puede ser un terreno de oportunidad. “¿Oportunidad?”, se preguntarán quienes leen. Pues sí, es la esperanza de encontrar el cambio en cada una de las personas que habitamos este planeta para cuidarlo y garantizar la existencia de todos los seres que convivimos en este espacio sagrado y generoso.
Y este cambio de paradigma, de acuerdo a la propuesta de Boff, requiere de un proceso de educación generalizado, eco-centrado, que se abra a la posibilidad de recuperar las experiencias, apropiar conocimientos, aprender en comunidad para aprender a vivir juntos.
En fin, un sueño que nos abriría puertas de cambio. Pero entre que nos ponemos de acuerdo y logramos hacer esto una realidad, yo le apuesto a que comencemos por casa, que es donde todo inicia, y donde podemos incorporar nuevas prácticas para el buen vivir.
Entonces, ¿qué es comenzar por casa? Todo inicia cuando empezamos a creer que realmente somos agentes de cambio. Es así como la Academia Basura Cero de la organización chilena Fundación Basura, nos invita a ser alguien que hace algo.
Hay quienes se preguntarán “y si tan jodidos estamos, ¿ya qué podemos hacer?”. Los cambios son urgentes, y por ende deben ser tan contundentes y conscientes como podamos. Entre más nos incomodemos, es probable que más impacto generen nuestras acciones.
¿Qué hacer? La lista puede extenderse, pero a continuación comparto algunas ideas que pueden hacer mella:
- Empezar a separar los residuos es un buen y básico comienzo: para esto es importante documentarse, leer y hacer la tarea tan bien como se pueda. Esta guía de Fundación Basura puede ser un primer acercamiento https://bit.ly/2KRPpWT .
- Una vez se hace la separación correcta es clave identificar a dónde llevar los residuos recuperables, es decir aquellos que pueden reutilizarse, reciclarse o utilizarse para compostaje. Es clave tener clara la ruta y hacer de este un proceso sistemático y periódico que se pueda insertar a nuestras rutinas. Por ejemplo, en San Andrés Cholula, el Jardín Etnobotánico es un centro de acopio donde es posible llevar plástico, cartón, etc., y los residuos orgánicos para lobricomposta. El Colectivo Puebla Sustentable ya empezó a hacer la tarea de consolidar un mapa de lugares de recolección, y puede conocerse más de la iniciativa en https://bit.ly/2Kigrr3
- También es fundamental iniciar con los cambios en hábitos de consumo en general. Hacerlo nos saca de la zona de confort, pero nos hace responsables con la generosa Madre Tierra. Esto quiere decir en lo concreto: evitar la compra de desechables de corto y frecuente uso (platos, cubiertos y vasos de plástico, unicel), así como la compra de productos en botellas plásticas y otros empaques de celofán u otros materiales. ¿Qué tal si hacemos nuestros snacks en casa y embotellamos el agua en termos o botellas de otros materiales de larga duración (vidrio, acero, aluminio, etc.)? ¿Y si dejamos de comprar servilletas de papel e invertimos en unas de tela que podamos usar en casa o llevar en nuestra lonchera? Puede dar pereza, ¿cierto? Sin embargo, una vez se implementa ya está hecha gran parte de la tarea.
- El consumo local es otro de los grandes asuntos. Apostemos a comprar en las tiendas de barrio, en la recaudería más cercana y si es posible a asegurarnos de adquirir productos hechos en México o el país donde estemos viviendo. Reactivar el comercio y apoyar la economía más cercana tiene mucho poder. Claro está, con bolsitas de tela u otros similares para disminuir el impacto del plástico.
- Comprar menos cosas, vivir más experiencias y abrirse a otras posibilidades también es mi cariñosa invitación. Cada vez que nos “antojemos” de algo pensar si realmente lo necesitamos o es un mero capricho para estar a la moda o cumplir con el “estilo de vida” que está de moda. Y si es necesario adquirir ropa u otros elementos, pensar en comprar cosas de segunda mano o hacer canjes entre las amistades, la vecindad o el trabajo… Cuando de regalos se trata, ¡se vale crear con nuestras manos!, ¡invertir en experiencias! (por ejemplo, una invitación a cocinar en colectivo) y ¡apoyar las empresas de economía solidaria).
Mentiría yo si les aseguro que es fácil. No, no lo será. Pero el resultado es satisfactorio y con seguridad generará un impacto positivo.
Hagamos algo ahora, construyamos algo ahora y no cuando realmente estemos en ruinas, tal como lo expresó en un podcast la activista colombiana Mariana Matija, a quien recomiendo leer en https://animaldeisla.com/blog/
Referencias
Boff, L. (1999). El cuidado esencial. Ética de lo humano compasión por la tierra. Madrid, España: Editorial Trotta.
Boff, L. (2013). La sostenibilidad. Qué es y qué no es. Maliaño, España: Editorial Sal Terrae
Manfred Max- Neef. (1993). Desarrollo a escala humana. Montevideo, Uruguay: Editorial Nordan-Comunidad.
** Egresada de la Maestría en Desarrollo Humano