Crónica para Alma /Creación literaria
Escrito por Alina C. Hernández Ordaz
Estudiante de Mercadotecnia
Alma, agradezco ese maldito otoño del 19, fue en el que te conocí. Recuerdo con detalle aquella sensación de frescura que emanaste en cada charla que tuvimos. Éramos nuevas en muchas cosas, el sabor a independencia apenas palpable nos llenó de muchas ilusiones.
Estuve a tu lado al grado de volverse cotidiana tu presencia, cada día esperé con fidelidad, emocionada como infanta, todo por el sueño de toparte por los pasillos, abrazarte y después hacer tus promesas para comer juntas; me buscaste, yo te busqué tantas veces, llegué a pensar que la idea de tu ser te causó tantos sentimientos deliciosos como los que despertaste en mí.
Alma, aún desconoces la ansiedad que atacó mi sistema al no verte más de un alba. La idea de tu ausencia generó desasosiego, cada momento contigo fue apreciado, gocé a más no poder nuestras largas pláticas sobre arte, música, nuestro pasado, nuestro futuro, sobre nuestros planes para el mismo, al principio menores, sin embargo, en cuanto empezamos a revelarnos y a acompañarnos, aquellas ideas tomaron formas maduras.
Cada día me persuadió la idea de tu voz diciendo mi nombre o alguna oración, tu cabello virginal terminando en suaves espirales, tu piel, aquel órgano divino el cual jamás tuve la osadía de tocar; después esa sonrisa de comercial, perfecta en ti, cuando es sincera, tus ojos mirándome y mirando al universo de forma tan bella, solo tuya.
Por meses pensé en la reciprocidad de aquella mirada cariñosa de mi persona a la tuya, la certeza de que aquel cariño era mutuo me llegó a convencer y a llenar por completo. Alma ¿Cuándo nos perdimos? ¿Cuándo empezaste a tomar esa distancia tan dolorosa? Dejamos de pasar tiempo juntas, la música que nos unía dejó de sonar y cada una comenzó a seguir su propia sinfonía. Ya no hubo un “tú y yo”, la mínima gota dorada de esperanza abandonó mi subconsciente para dejar sufrimiento. Te lloré, perdí la cuenta de aquellas noches en las que mis lágrimas tuvieron tu nombre, me apagué, tu ausencia e indiferencia dejó oscuridad ¿En qué momento dejé de ser relevante para ti?
Entonces llegó la pandemia y con ella el caos, somos jóvenes, estaremos bien. Aquella cuarentena confirmó lo temible. No me buscaste en todos esos meses de incertidumbre y crisis, por desgracia, fue ese lapso en donde más imprescindible se tornó tu presencia, aunque fuera a distancia. Te extrañé, te quise en aumento, te lloré y volví a llorar hasta dormir.
Llegó el final de la desgracia, volví a ver esas cosas que me enloquecieron de ti, solo recibí una conversación insípida, ni siquiera uno de esos abrazos amorosos, acogedores, que me hicieron sentir en casa ¿Por qué lo hiciste Alma? ¿Por qué no me escribiste? ¿Alguna vez me quisiste como yo a ti?
Esos sentimientos que reventaron mi hipotálamo, los mismos que devolvieron la belleza e ingenuidad del amor juvenil que tanto esperé, se fueron poco a poco. Ahora eres alguien más, sin embargo, me arrepiento de no hacerte saber aquello tan hermoso que en algún momento floreció en mi pecho. Un día sabrás de mí, querida.