San Miguel Canoa: orgullo de la identidad indígena
Por Anette Sánchez Arce | Estudiante de Psicología
San Miguel Canoa es un territorio indígena vivo, ubicado a las faldas del volcán Malintzi, la madre de nuestro pueblo. Donde el resplandor del alba destella y da los buenos días a todas las formas de vida; donde las voces nahuas musicalizan las casas, las calles, el campo; donde las fiestas son unidad y compromiso.
En tiempos prehispánicos, el territorio recibía el nombre de Acallantepetl (El monte de las Canoas) y tras el proceso de colonización adquirió el nombre de San Miguel Canoa. A 500 años la esencia de los antiguos resiste y evoluciona, como ejemplo nuestro idioma náhuatl.
La distancia de nuestro territorio con el Centro Histórico de la metrópoli poblana es de tan solo 20 kilómetros. Si bien es cierto que los servicios con los que cuenta la ciudad por lo general son mayores, los cuales van desde los administrativos o gubernamentales hasta lo del ocio y, en efecto, los caminos conectan con eficiencia los puntos más importantes, y los proyectos o construcciones en general suelen ser más modernos, ya que gran parte de la economía de la ciudad se encuentra en las inversiones en infraestructura, redes de transporte, es lamentable ver cómo la misma ciudad se está comiendo las pocas áreas verdes que quedan.
La vida en San Miguel Canoa es mucho más relajada y tranquila, no sólo por la cantidad de habitantes, sino también por el estilo de vida, ya que en algunas zonas se encuentran rodeadas por la naturaleza y el aire es más limpio y fresco puesto que las fuentes contaminantes son menores.
Pese a esto, en la actualidad nuestra comunidad enfrenta grandes retos, entre los que están hacer valer nuestros derechos indígenas ante la injusticia de un poder político y económico que nos excluye y nos reprime; la reconstrucción tejido social a partir de la revalorización de nuestra identidad nahua; la restauración de los bosques de Malintzi, la conservación y recuperación de la flora y fauna; y abatir el estigma social adquirido aquella noche del 14 de septiembre de 1968 que nos persigue y nos excluye.
Pero frente a los retos mencionados, hay algo que sobresale: la esperanza, la confianza y la fraternidad.
¡Me enorgulleces, Canoa! Me enorgullece tu vestimenta; llena de colores y flores, tus costumbres colmadas de esencia, tu identidad tan única y especial, tu fortaleza, tus ganas de vivir y triunfar, tus campanas repicar, tu aroma a tierra que cultiva, a árboles que dan vida.
¡Vamos! Conoce San Miguel Canoa, te espera con los brazos abiertos. Acabemos con todos esos comentarios excluyentes e hirientes.