La homosexualidad como un mecanismo natural de supervivencia
Por: Antonio Garza
Estudiante de Diseño Industrial
“Samar- no es su nombre verdadero- huyó de Siria, temiendo por su vida, cuando su papá descubrió que él era gay. Ahora, él vive en el Reino Unido, donde finalmente puede ser abierto con respecto a su sexualidad.
Él tiene dos cuentas de Facebook. En una es un orgulloso hombre gay empezando su vida en Reino Unido después de abandonar Siria debido a amenazas de muerte. En la segunda cuenta se mantiene en contacto con su mama, quien le pregunta cuando se casará con una linda chica árabe…”
Extracto del reportaje de la BBC News The gay Syrian refugee forming a new life in the UK.
Aunque las relaciones homosexuales no son castigadas con pena de cárcel, ni muerte en México, la situación que sufren las personas que forman parte de la comunidad Lésbico, Gay, Bisexual, Transgénero, Travesti, Transexual e Intersexual (LGBTTTI) es, aunque no en misma medida, similar a las que se viven en muchos otros países, ya sean en Latinoamérica como en el medio oriente.
Y es que en México la violencia hacia esta comunidad se vive en forma de palabras ofensivas, chistes de mal gusto y discriminación en general; donde las personas homosexuales somos tratados como ciudadanos de segunda al negarnos derechos básicos como la libertad de matrimonio o de la adopción; como se hizo en noviembre pasado al ser bloqueada la propuesta de matrimonios igualitarios del presidente Enrique Peña Nieto, por diputados del PRI, PAN y el Partido Verde, al no considerarla de carácter prioritario.
Un ejemplo simple de esta cultura de discriminación que se vive en todos los círculos sociales de México es el uso del término “Puto” durante los partidos de fútbol, cuando el portero del equipo contrario despeja el balón de la portería. Y es que por mucho que los aficionados argumenten que no lo dicen de forma despectiva, el hecho de cuestionar la masculinidad del portero por medio de una palabra históricamente utilizada para discriminar a homosexuales, nos da a entender algo muy diferente.
Esta cultura machista en la que está sumergido México, el occidente e incluso el mundo árabe y donde el desacreditar a una mujer y el invalidar la virilidad de otro hombre es sinónimo de poder; es el resultado de la idiosincrasia de las principales religiones dominantes del mundo moderno, donde Dios es varón y el patriarca de la humanidad.
Tanto la religión católica como la musulmana condenan dichos actos de sodomía, ya que según ambas, el acto sexual entre dos hombres no se encuentra dentro del plan divino de Dios para la reproducción de la especie humana; una especie que hoy en día resulta ser la mayor plaga que el mundo ha conocido.
También no hay que olvidar que aunque la homosexualidad no está contemplada en los planes divinos de Dios, como lo han mencionado miles de sacerdotes en sus sermones, ambas religiones han cometido genocidios, tortura, terrorismo y guerra en nombre del mismo Dios a lo largo de la historia. ¿Con qué conciencia moral nos dicen que el amar a otro ser humano, sea o no del mismo sexo, está mal?
Del otro lado de la moneda tenemos a la teoría de la selección natural de las especies desarrollada por el biólogo inglés Charles Darwin, la cual fue modelo del sistema socio-cultural en el que actualmente vivimos. Esta teoría establece que todas las especies crecen y de desarrollan a través de la selección natural de pequeñas variaciones heredadas para incrementar las habilidades de la especie de competir, sobrevivir y reproducirse.
Por muchos años la ciencia consideró a la homosexualidad como un defecto genético o mental que le impedía al humano el culminar satisfactoriamente con el proceso de reproducción de la especie estipulado en la selección natural de Darwin.
Cabe mencionar que esta teoría tiene un enfoque individualista de la evolución de las especies, que si no es incorrecto, resulta ser una visión incompleta de la realidad. Es cierto que para la supervivencia de la especie se necesita que los individuos de esta se reproduzcan; pero también debe de haber un método de control de natalidad para evitar la sobrepoblación de la especie; una forma de controlar esta natalidad es precisamente proveyendo de individuos que no puedan reproducirse per se.
Este carácter homosexual no sólo ayuda al control de las poblaciones en todas las especies, sino que también ayuda a su organización y cuidado. Recientemente se ha comprobado que las la mayoría de las personas homosexuales tienen por lo general ciertas habilidades más desarrolladas que sus contrapartes heterosexuales, como por ejemplo, la inteligencia emocional. Esta inteligencia, menciona Daniel Goleman, es la capacidad que tienen las personas de identificar, comprender y hacerse conscientes de sus emociones y del de las personas que le rodean. Esta cualidad ayuda a estabilizar y balancear los problemas emocionales que presente la familia. Así pues es una forma de ayudar a la evolución de la comunidad donde se vive.
También se ha estudiado la relación que existe entre el número de hijos varones que se tienen y las probabilidades de que los hijos menores sean homosexuales, a lo cual se puede pensar que la homosexualidad no sólo es un mecanismo natural de control natal, ni un mecanismo de evolución de comunidad; sino también un mecanismo para evitar conflictos entre todos los hermanos al pelear por una pareja.
Incluso puede ser que muchos problemas socio-culturales como la violencia que se viven actualmente en el mundo sean por ir en contra de la naturaleza y no me refiero al ir en contra de la naturaleza que tanto utiliza la iglesia; sino me refiero a ir en contra de la homosexualidad como un mecanismo natural de supervivencia y de evolución de las especies.
Independientemente de todo lo previamente expuesto, pienso personalmente que todos somos en mayor o en menor medida, bisexuales. Aunque tengamos nuestros gustos; también tenemos a fin de cuenta la capacidad de reconocer la belleza, provenga esta de un hombre o una mujer. Y no vivimos en un mundo donde las cosas son bivalentes como el blanco y el negro; sino que vivimos en un mundo con un universo de colores y nosotros nos encontramos en el centro de ellos, algunos más pegados al blanco y otros más pegados al negro; pero todos seguimos estando en el centro.