El machismo escondido en el día de las madres
Aricel Monroy
Colaborador Contratiempo
Como cada año, durante el mes de mayo salen miles de materiales publicitarios en nuestro país relacionados a uno de los festejos más importantes de este mes: el día de las madres. Celebrado en nuestro país el 10 de mayo desde 1922, hace 100 años exactamente.
Estos materiales publicitarios, tienen la finalidad de que la sociedad compre y regale productos como agradecimiento y festejo a las mamás de cada familia. La mayoría de estos objetos son relacionados a labores domésticas, añadiendo que nuestra cultura machista nos ha hecho pensar que está bien dar obsequios electrodomésticos como estufas, lavadoras, planchas, sartenes, o cualquier otro objeto relacionado al cuidado del hogar.
Es importante señalar que esto estuvo normalizado durante mucho tiempo, era algo a lo que no se le tomaba importancia, sin embargo, el regalar este tipo de objetos contribuye a la idea errónea de que las mamás son quienes deben realizar esas labores y pareciera que se reduce su existencia como persona a deber ser ama de casa.
Este no es el único problema, ya que el machismo prevalente en nuestra sociedad dicta que la máxima aspiración que una mujer puede tener en la vida es ser madre, haciendo ver de forma despectiva a las mujeres que deciden o no pueden tener hijos. Este problema se ve muy reflejado en la vida diaria al interior de nuestra cultura, no obstante, resalta mucho más en un día donde se celebra el ser madre.
Tomando en cuenta este contexto, podemos ver que existe una presión muy grande a nivel social que hace que las mujeres se consideren “egoístas” si toman la decisión de no ser madres, pero no solo eso, el dejarse llevar por esta presión puede provocar que las mujeres dejen de lado otras metas en diversos aspectos de su vida, como a nivel educativo o profesional.
Desde mi perspectiva, creo que debemos de replantearnos de donde surgen estas ideas, sobre todo en un día tan especial como el día de las madres, considero que es nuestra responsabilidad cuestionarnos desde lo que regalamos hasta la forma en la que juzgamos y etiquetamos a las mujeres que deciden o no ser mamás. Siento que la idea de que la plenitud vivencial de las mujeres tenga que ser el tener hijos ha ido cambiando, pero eso no significa que el problema este resuelto, aún queda camino por recorrer.