Cuarentena en el extranjero
Por Óscar Eduardo Morales Concepción
La pandemia trajo consigo una serie de medidas a tomar para toda la población, y aunque en cada país se tomaron medidas un poco más estrictas que otras, las tomadas por mi país natal determinaron la manera en la que yo estoy pasando mi cuarentena.
Hace cinco meses, me mudé por razones académicas a Puebla. Sin embargo, no considero ser el foráneo promedio, puesto que mi salida de casa no se remite únicamente a cambiarme de estado, sino de país, ya que soy originario de El Salvador.
Ante las medidas de contingencia tomadas por el COVID-19, lo ideal era irme de regreso con mi familia. Pero la primera semana que se declaró la suspensión de clases en la IBERO coincidió con el cierre de fronteras en mi país, por lo que quedé relegado a pasar mi confinamiento en mi hospedaje.
Esto provocó una serie de emociones desagradables, puesto que la impotencia de no poder hacer nada para apoyar a mi familia, de no poder abrazarles y sentirlos cerca en estos momentos, fue horrible. Eso añadido al alza los enfermos que se está dando en mi país, justo en la zona en la que viven todos mis familiares.
A esto se suma que mi familia, por necesidades económicas, no pudo dejar de trabajar; ellos cada día van a su trabajo en jornadas laborales normales, arriesgando así su salud e integridad, debido a las medidas estrictas tomadas por la Policía Nacional Civil ante cualquier persona que no cumpla con la cuarentena.
Los niveles de estrés debido a mi situación familiar, se mezclaron con la enorme carga académica que se adoptó en esta época, ya que la universidad no consiguió adaptar, a mi parecer, de forma idónea las clases presenciales a modalidad en línea. Sinceramente no los culpo, ha sido una situación abrupta y fuera del control de la gran mayoría de la población, sin embargo, esto ha repercutido en la manera en la que se aprende de una manera inimaginable. Principalmente por el hecho de que, en vez de adaptar los cursos a trabajos en línea, se decidió seguir con la misma cantidad de clases, con las actividades pre establecidas para un semestre ordinario, pero con la diferencia de dejar casi el doble de tarea de la habitual en la gran mayoría de materias.
Personalmente, creo que he tenido suerte, ya que no me ha tocado vivir esta situación completamente solo; afortunadamente cuento con roomies, que están prácticamente en la misma situación, ya que ellos también son salvadoreños. Entre todos nos apoyamos y ayudamos en lo que el otro necesite; honestamente, las circunstancias han causado que nos seamos aún más cercanos de lo que ya éramos.
Otro aspecto que me ha ayudado a sobrellevar los días, es realizar ejercicio lo más constante que se pueda; aunque a veces no tenga ganas, me mentalizo a realizarlo puesto que sé que al finalizar la rutina me sentiré mucho más relajado y tranquilo, además de ayudarme a mi ciclo de sueño que también ha sufrido mucho en esta cuarentena.
Sinceramente, no pienso ser la persona que peor la está pasando en esta situación. Pero sí sé que ha sido un proceso duro y que todos mis sentimientos y experiencias son válidos, después de todo, es un acontecimiento único en nuestras vidas.