Rafa y la décima
Por: Laura Díaz Mangas
Estudiante de Relaciones Internacionales
El pasado 11 de junio se llevó a cabo, en París, Francia, una nueva final del Roland Garros, uno de los cuatro torneos de tenis más importantes en el mundo y el más célebre que se juega sobre arcilla. La final fue protagonizada por el suizo Stanislas Wawrinka y el español Rafael Nadal.
Como muchos otros, esperaba una final mucho más reñida, de esas que llegan a cinco sets y cuatro horas, sin embargo Rafa arrasó con un 6-2, 6-3 y 6-1. Al igual que en su paso por las rondas anteriores, lo hizo sin perder un set y mostrando, como varios analistas decían, su mejor tenis en suelo parisino.
Con su victoria, se convierte en el jugador que más trofeos ha conseguido en este Grand Slam y sólo aumenta su leyenda. Lejos parece estar el 2005, año en el que con sólo 19 años, cabello largo y playera sin mangas había ganado el torneo. A pesar de que muchos pensaban que Rafa no volvería a ganar y que con 31 años se acercaba el final de su carrera, pero no, Nadal volvió a hacerlo.
A pesar del paso de los años, la actitud de Rafa no ha cambiado: llega a todas las bolas, es agresivo y nuca se rinde, no por nada su logo es un toro. Tiene la fortaleza mental que pocos deportistas tienen, algo digno de admirar.
Incluso para los que no somos fans de Rafa no lo podemos negar, es un grande y ayer lo reafirmó. París se rindió por décima vez a sus pies. Cualquiera que dudara sobre si es el mejor jugador de arcilla de todos los tiempos no puede hacerlo más.