Mujeres buscadoras: el amor como respuesta al incumplimiento de la autoridad
Por: Paulina Ross García
Estudiante de la Licenciatura en Derecho, colabora como prestadora de Servicio Social en el área de Seguridad y Justicia del Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría S.J.
En conmemoración a las personas víctimas de desaparición, la Organización de las Naciones Unidas designó el día 30 de agosto como el “Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas”, como una fecha especial donde, a través de la acción y la concientización, se señale la grave crisis relativa a la desaparición de personas alrededor del mundo; hoy hay cientos de miles de personas desaparecidas en diversos países. A propósito de esta conmemoración, es mi intención señalar el destacado rol, que en México, han tenido las mujeres en la búsqueda de personas.
La crisis de Personas Desaparecidas que estamos viviendo en México ha dejado en una especie de limbo a un gran número de víctimas. Es sumamente necesario prestar especial atención a las víctimas directas de la atrocidad mencionada, ya que en ocasiones, de acuerdo con el portal virtual de Amnistía Internacional, las víctimas sufren tortura y viven con el temor constante de que las maten. Incluso contemplan el hecho de que sus familiares desconocen su paradero y que es improbable que alguien los auxilie. Incluso si escapan de la muerte y son liberadas, las cicatrices físicas y psicológicas permanecen.
Además, quienes por su profunda empatía, por su gentil naturaleza o por simple parentesco se encuentran cerca de tal crueldad de la desaparición como sujetos externos a la privación de libertad directa, también requieren de nuestra atención, pues también sufren distintas cicatrices ocasionadas por la desaparición. Me refiero a aquellas familiares y amistades de las personas que han desaparecido, que viven una lenta angustia, sin saber si su hijo o hija, madre o padre aún se encuentran con vida, dónde están recluidos ni qué trato reciben, que además del sufrimiento ocasionado por la propia desaparición, sufren la desesperación, angustia e impotencia al no encontrar respuestas en las instituciones estatales que deberían investigar sus casos, buscar y localizar a sus seres queridos.
De acuerdo con el Registro de la Comisión Nacional de Búsqueda, en el periodo del 15 de marzo de 1964 al 14 de septiembre de 2021, en México hay un total de 226 mil 753 personas víctimas de desaparición forzada, de las cuales 91 mil 969 siguen sin ser localizadas, es decir el 40.5% del total. En Puebla, dentro del mismo periodo, ha habido 9 mil 491 personas desaparecidas. De la cifra anterior, 53.13% son mujeres, 45.92% son hombres y .05% indeterminados o indeterminadas.
En el presente, 2 mil 227 personas siguen desaparecidas en el Estado de Puebla. Esto significa que a nivel nacional, hay al menos 90 mil familias que buscan a su ser querido; y en el estado de Puebla hay al menos dos mil familias buscadoras, principalmente encabezadas por las madres, hijas, esposas, hermanas o mujeres cercanas a la persona desaparecida. De acuerdo con el informe “Nos llaman las locas de las palas”[1], muchas de las razones por las que son las mujeres quienes buscan principalmente, tiene que ver con los roles tradicionales de la mujer como cuidadora y del hombre como proveedor económico. La explicación para que sean las mujeres las que buscan es clara: Ellas son las cuidadoras, primero en la familia y ahora en el espacio público.
Madres, abuelas, esposas, tías, hermanas e hijas de personas desaparecidas luchan contra la incertidumbre e injusticia de no saber el paradero de sus seres queridos, a la par de un desgaste emocional, psicológico y físico intenso. Resulta indispensable destacar que el protagonismo de las mujeres en la búsqueda de personas desaparecidas no es exclusivo del territorio mexicano, sino que tiene importantes precedentes en toda América Latina, en específico en países como Argentina y Perú.
En entornos de violencia, corrupción e impunidad como el que vivimos en México, la investigación y búsqueda que realizan las mujeres buscadoras se convierte en un trabajo de tiempo completo: desde labores de recabación de pruebas, hasta la búsqueda en fosas clandestinas, activismo y presión política para el esclarecimiento de cada caso, entre muchas otras actividades. Se empieza a hablar de la doble desaparición, ya que en ocasiones desaparece la mujer buscadora (generalmente la madre) por buscar a la persona desaparecida, quien a su vez “abandona” al resto de la familia.
Por si fuera poco, en muchos casos, las mujeres buscadoras deben enfrentarse a esta nueva realidad encarando desafíos económicos, de seguridad, discriminación y violencia de género. Por lo tanto, es necesario tener en cuenta que para muchas, la desaparición de un familiar implica la pérdida de un ingreso económico y que existen mujeres que no cuentan con la posibilidad de participar activamente en las búsquedas, ya que deben suplantar la falta de ingresos, como mencionan Ruiz y Jasso:
“Muchas mujeres también reportan abandonar la búsqueda por falta de recursos para cubrir los costos asociados a ésta, como por ejemplo, el del transporte para trasladarse a las fiscalías y reportar sus casos, las cuales muchas veces se encuentran lejanas a sus comunidades de origen”[1]
Como consecuencia de esta crisis y buscando hacer frente a esta realidad, tenemos por ejemplo, la iniciativa del colectivo Fuentes Rojas denominado “Bordando por la paz y la memoria. Una víctima un pañuelo”, actividad que constaba en reunirse todos los domingos en una plaza pública de la Ciudad de México para bordar en cada pañuelo el nombre de cada víctima de desaparición, asesinato o feminicidio como instrumentos de protesta para visibilizar la situación y exigir justicia.
Otro ejemplo de acción colectiva encabezada por mujeres buscadoras es la Marcha por la Dignidad Nacional, que comúnmente se lleva a cabo el 10 de mayo, como otra forma de protesta que realizan las mujeres de profunda empatía, subrayando la desesperación y puntualizando sus vivencias desde la óptica materna.
Es urgente y necesario recordar que las labores de búsqueda que realizan las y los familiares de personas desaparecidas, principalmente mujeres, competen en estricta teoría y en el deber ser al Estado mexicano. Por lo que iluminar la participación de las mujeres en la búsqueda, es acusar el incumplimiento de la autoridad. Como sociedad nos corresponde exigir el puntual cumplimiento de las atribuciones y funciones a la autoridad, al igual que ser empáticos y solidarios con las personas afectadas. Como estudiantes, debemos ser agentes de cambio, personas críticas constantes y plantadores de soluciones.
[1] Disponible en: https://www.opendemocracy.net/es/mujeres-personas-desaparecidas-m%C3%A9xico/
[1] Disponible en: Nos llaman las locas de las palas – Centro Prodh
[1] Disponible en: https://www.opendemocracy.net/es/mujeres-personas-desaparecidas-m%C3%A9xico/