Amor, novedad y reflexión
Por Jorge Arellano Rodríguez
Hace poco se cumplieron 100 días de encierro y con el temblor de esta semana puedo oficialmente decir: no es así como imaginaba terminar junio.
Cuando inició la cuarentena todo era distinto, en honor a la verdad puedo decir que la gran mayoría de aspectos de mi vida han cambiado con esta situación y me gusta pensar que fueron de manera positiva, aunque al principio no lo pareciera. Ahora la pregunta es ¿cómo puedo presentar tantas cosas para unas cuantas líneas?
Creo que podría empezar resumiendo mi cuarentena en tres palabras: amor, novedad y reflexión. La primera es porque en este tiempo he tenido que reevaluar qué es el amor para mí, cómo lo vivo o cómo lo volveré a vivir, y aquí sin duda entrarían mis amigos y amigas.
Al iniciar la cuarentena pasé por un momento muy difícil, un episodio de tristeza genuina que jamás pensé que podría sentir y la única razón por la que pude salir de ahí fue por el apoyo de todas esas personas que a través de un mensaje me hicieron saber que estaban ahí para mí. Fueron esas amistades las que de la manera más pura se acercaron a mí por un consejo o por la necesidad de una respuesta que confiaron yo podría darles. En estos tiempos difíciles fueron esas personas las que me recordaron mi misión en el mundo y con ello la frase más importante en mi vida “todo mejora”.
Estas mismas amistades fueron las que me han ayudado a recibir la novedad, “lo nuevo” en mi vida, fueron quienes no dudaron un segundo en apoyarme cuando justo a la mitad de una pandemia mundial decidí lanzarme como diseñador e ilustrador freelance, negocio que contra todo pronóstico va en ascenso, en gran parte por ayuda de una red de personas que siempre va a estirar la mano por un compañero.
También fueron ellos quienes no han parado de apoyar las ideas random que tengo en este tiempo, intentar hacerme tiktoker, empezar a cuidar plantitas, participar en convocatorias y concursos, hasta hacer un perfil en Tinder, y así puedo seguir nombrando una cantidad enorme de proyectos y planes que les he comentado a mis amistades, algunos si los he hecho, otros no, pero siempre la respuesta de mis amigos y amigas ha sido un apoyo incondicional.
Y todo esto nos lleva a la última palabra con la que puedo resumir mi tiempo en cuarentena y quizá lo más importante que he hecho en esta pandemia mundial, el reflexionar, el poder sentarme y ordenar mis ideas, tener conclusiones y con ello sanarme y entender mucho más quién soy.
He pensado en mi misión en este mundo, he meditado sobre lo que es el amor, he deseado tener un “espacio seguro”, he llorado pensando en la vulnerabilidad, en mi propia vulnerabilidad, me he sorprendido sobre mi relación con Dios, he pensado sobre la vida y la muerte, y sobre cuantas personas se llaman Maira porque alguien escribió mal María en sus actas de nacimiento, ¿qué? no todos mis pensamientos son tan profundos.
Todos esos pensamientos inundan mi cabeza al menos una vez al día, todas esas cosas nuevas llenan mis días y todo ese amor me mantiene vivo y así es como llega la noche de cada día y mi vida pasa lento y recuerdo mi pasado, atesoro los buenos momentos y veo con cariño los momentos de sufrimiento que he tenido, porque pude salir de ellos y con esto veo claro y con optimismo el presente porque seguimos vivos y vivas, seguimos resistiendo y luchando y es cuando veo al futuro, incierto y enigmático. Sé que una “nueva normalidad” nos aguarda y creo que estoy listo para enfrentarla.
Claramente esto último, es parte de las reflexiones que he tenido.