La noche de los dioses
José Daniel Arias Torres
Ni París a la medianoche, ni Las Vegas, ni Tokio se comparan a nuestra ciudad ahogada en el nocturno, tan surreal que seguramente al maestro Dalí le daría un infarto y a André Bretón un catarro de colores.
Está usted cordialmente invitado a la fiesta de la miseria, el lugar es la ciudad completa y el horario es tan pronto el último rayo de sol se esconda; la invitación es para los pocos que juntos resultamos ser una mayoría, todo está permitido en esta la fiesta de Dionisio, pero por favor, no estamos en Europa y no somos blancos de ojo azul, aquí el excesivo no es Dionisio, bebedor de vinos finos, afeminado de cabellos dorados, reformulo mi aseveración. Está usted cordialmente invitado a la fiesta de los cinco Ahuiateteo, dioses prehispánicos de los excesos que continúan embriagándose junto a nosotros en cada ocasión que podemos, brindándonos pulque a pesar de estar reservado para los dioses, pero es que en esta maldita posmodernidad en la que Dios ha muerto, ni modo de tirar todo el pulque por no podérselo dar ya a nadie, no nos ha quedado de otra más que convertirnos a nosotros mismos en dioses, no por creernos más que otros, sino por el sencillo hecho de querer beber pulque.
Somos mestizos, es cierto, tenemos algo de Cristo por allí, algo de Zeus por allá, pero del que más tenemos es de Quetzacoátl, ese está aquí, siempre con nosotros, tu alégrate güerito, ¿qué no sabes que según dicen Quetzalcoátl era un dios güerejo como tú? Ni a los nuestros nos parecemos chingao, pero no es momento de rencores, estoy de buen humor y no traigo la navaja conmigo como para ponerme al pedo contigo, la de acero Victorinox, no la de obsidiana. Hoy no fue día laboral, si sabes a lo que me refiero, ¿no?, pero tranquilo, hermano de sangre, no te haré daño. Que hablando de sangre, la de todos es roja, ¿lo sabías?, eso que ni qué, le he sacado sangre a tantos en mi vida que créeme cuando te dijo que jamás he visto una gota de sangre azul, ni siquiera la mía, y eso que me dicen el príncipe del barrio, la mía es tan roja como la tuya, y si me dispararan a mí y a mi perro, se llama Xólotl por cierto, seguramente la de ambos se confundiría en una sola. Lo bueno es que mi Xólotl me guiaría por el Mictlán, porque según yo nada malo le he hecho, es más, a veces prefiero que coma él a que yo sacie mi hambre, pero la cuestión es que mi sangre no es diferente ni a la del perro.
Creo fielmente que soy un incomprendido en el tiempo equivocado, me tildan de asesino, pero no soy más que un liberador que continúa los ciclos universales. ¿Qué sería de los antiguos dioses prehispánicos sin una dosis periódica de sangre? Sin embargo, lo que les doy es suficiente para que no mueran, pero insuficiente para que vivan, moribundos, pero ni qué hacerle, la raza cósmica en general tiende a olvidar sus orígenes y riqueza, prefiere vivir como cola de gato que como cabeza de ratón, viendo ojos enemigos hasta en las espaldas de las persona a pesar de que estos sean del mismo color y no es que sea un engreído o me sienta superior, es tan sencillo como decir que un jaguar no se siente identificado con un borrego.
En fin, he pasado demasiado tiempo divagando, tú dirás que me metí algo y por eso digo tantas sandeces sin sentido, claro que he probado muchas drogas y mi favorita sigue siendo el peyote, esa madre te hace alucinar un chingo de cosas, te pone en contacto con tus dioses internos que para el caso son los mismos del universo, pero no, hoy no me he metido nada. Por cierto, ¿tienes un cigarrillo? Te venía a invitar a la fiesta que se dará esta noche en la ciudad, como se ha venido dando desde la conquista y como seguramente se seguirá dando hasta el final de los tiempos, los anfitriones somos todos los herederos de los desterrados de Aztlán, Tula, Teotihuacán, Cholula, Tenochtitlan, Chichen Itza, Monte Albán, Uxmal, Cacaxtla, Tajín y hasta de los propios chichimecas, el tiempo ya los absolvió y por eso están también cordialmente invitados y hasta anfitriones los hacemos. A los herederos de Colón y de Cortés que se sientan más pa´lla que pa´ca, chinguen a su madre que son todas menos Malitzin y Coatlicue. Para herederos de ese par que se sientan más pa´ca que pa´lla, sean pues bienvenidos, pero no nos hacemos responsables por la venganza de Moctezuma que seguramente su fantasmita vengativo los va a confundir como conquistadores por sus culitos blancos, pero no importa, en cuando se dé cuenta que son bien banda hasta se va a tomar un pulque con ustedes.
Ah sí, sí, a lo que venía, por favor, cállame en cuanto veas que divague de nuevo. La fiesta es en la ciudad, en cuanto el sol sea tragado por el horizonte y durará hasta que el horizonte lo escupa de vuelta, pero esta fiesta puede ser eterna, danzando para siempre en la oscuridad ya ves que el horizonte se tragó a Quetzalcoátl y a pesar de la promesa de este por volver el horizonte no más no nos lo devuelve. En las ciudades se celebrará una mascarada, al estilo de Venecia, pero más regional, cada quien se disfrazará de algo, el pordiosero de sacrificado, el invalido de viejo sabio, el campesino… ese se queda así, el asesino de sacerdote, el secuestrador de guerrero, el drogadicto de emperador, el demente de dios, los ladrones de españoles, los niños de la calle de estudiantes del Calmécac y tú…pues disfrázate de lo que quieras. En la noche las calles son nuestras y los riquillos se encierran en sus casas, por eso no se enteran nunca de nuestras fiestas, ni nos hacen falta, pero de veras que si un día se animan a venir ni ganas de volver a sus casas les van a quedar.
Bailaremos, prenderemos fuego y beberemos pulque honrándonos los unos a los otros, mientras los riquillos de las Lomas de la Chingada duermen intranquilos, encerrados en su propio gueto amurallado, usurpadores de tierra milenaria; el que nada tiene nada teme, esa frase no aplica con ellos, ellos temen mucho, por eso no se animan a pisar las tierras nocturnas habitadas por dioses, si tan tranquilita tienen la consciencia que desplomen los muros, pero eso no va a pasar.
Bailaremos, sí, beberemos, sí, honraremos al universo, sí, esperando que los blancos no vengan a masacrarnos por miedo a que los masacremos nosotros a ellos. No te rías, parece broma, pero eso ya pasó en Cholula hace mucho, yo no estaba para presenciarlo, pero eso es lo que me cuentan los espíritus del lugar. Creen que somos malos, pero nada de eso, somos requeté buenos, con un trago de tequila nos sale lo amistoso, sólo que no entienden que robamos porque no nos alcanza, que matamos porque no nos alcanza y que no vamos a la escuela porque no nos alcanza, pero pa’ qué te cuento yo, cáele en la noche y te contamos todos, pero no olvides tu disfraz de mestizo, ya estás hecho de maíz, ponte collares de jade, pulseras de obsidiana, plumas de quetzal, muestra con orgullo tu piel morena, por lo europeo ni te preocupes, ya hablas de por si español.
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