Entre comunalidad, resistencia, lucha y el amor a los pueblos
Por: Samantha G. Martínez
Estudiante de Relaciones Internacionales
Bien dice Ismael Serrano, famoso cantautor español, en una de sus tantas canciones “que la tristeza sí es compartida, se vuelve rabia que cambia vidas…”.
Actualmente me encuentro realizando mi servicio social de inserción en Guelatao de Juárez, un pueblo localizado a una hora de la ciudad de Oaxaca, en la región de la Sierra Norte, y déjenme decirles que tenía mucho tiempo que no era tan feliz.
Guelatao es una comunidad muy pequeña, caminando uno 15 o 20 minutos recorres la mayor parte del pueblo y su población no es mayor a los mil habitantes; pero ¡ah que bonita comunidad!. Entre calles coloridas, su laguna natural, los saludos cálidos a cualquier hora del día, un chocolate caliente, unos tacos de tasajo, una buena tlayuda y, por qué no, un buen mezcal, pasan las horas. Destaca que aquí no aplica el horario de verano, así que vivimos con una hora menos con lo que respecta al horario oficial.
De la IBERO Puebla, nos encontramos cinco estudiantes de diferentes licenciaturas trabajando con “Agenda Guelatao”, un proyecto alternativo a la agenda cultural de Oaxaca, que cuenta con un programa de actividades culturales de formación, fomento y promoción como teatro, danza, fotografía y pintura, además de ofrecer cursos, talleres y actividades recreativas y de promoción turística.
Asimismo, cuenta con un cine comunitario: “CINETOO”, en el que se presentan películas diferentes a las comerciales con la finalidad de impactar en la vida de las personas de la comunidad.
Cuando llegamos y nos dijeron que el horario era diferente al de la ciudad, en primera instancia no comprendimos el sentido de realizar dicha acción, así que nos explicaron que es por una muestra de resistencia, ¿pero resistencia a qué?
La resistencia de los pueblos originarios en la zona de Oaxaca, o bien para los pueblos serranos, tiene que ver con una defensa de los bosques; de los usos y costumbres; de una resistencia contra el uso de semillas transgénicas; una resistencia que defiende a la vida, que defiende la comunalidad y la toma como una forma de vida.
La comunalidad, término acuñado por Jaime Martínez Luna, señala que “somos comunalidad, lo opuesto a la individualidad, somos territorio comunal, no propiedad privada; somos compartencia, no competencia; somos politeísmo, no monoteísmo. Somos intercambio, no negocio; diversidad, no igualdad, aunque a nombre de la igualdad también se nos oprima. Somos interdependientes, no libres. Tenemos autoridades, no monarcas. Así como las fuerzas imperiales se han basado en el derecho y en la violencia para someternos, en el derecho y en la concordia nos basamos para replicar, para anunciar lo que queremos y deseamos ser”.
De igual manera, hemos conocido sobre el “tequio” o trabajo voluntario para la comunidad; de la importancia de los usos y costumbres para regir la vida y su organización política; la importancia de empezar desde lo más bajo como “topil” o policía comunitario, puesto sólo estando desde abajo se conoce lo que requiere el pueblo, así como la importancia de volverte “ciudadano” al cumplir los 18 años y con ello empezar a regir el papel que te toca dentro de la comunidad, sin dejar a un lado lo que uno quiere ser en la vida.
Para entender más a fondo todo esto, me invitaron a un Taller sobre Nuevas Territorialidades en el que diferentes personas involucradas en defensa del territorio, en radios comunitarias, en la delimitación de las nuevas (originales) geografías, compartían sobre sus proyectos, sus retos, sus metas y lo más importante, sus esperanzas de un mejor porvenir para ellos y sus comunidades.
De lo que más me impacto, fue escuchar a un señor de edad adulta, contando sobre su comunidad, en zapoteco y español, y nos dio a conocer sobre su estilo de vida, sobre el amor que le tienen al territorio, sobre la importancia de generar una descolonización, del origen y la formación de la comunidad.
Escuchar su testimonio, me hizo sentir tantas emociones y sentimientos que me tuve que salir de la habitación, y hacerle una llamada a un amigo para compartirle mi sentir en el momento, creo que en ese momento, cuando menos me di cuenta, me fui a enamorar de las tierras serranas de su gente, su resistencia y de su comunalidad.
Y sigamos buscando y creando, “Uken Ke Uken” lo cual significa “hace posible lo imposible” en Zapoteco de Yalálag.