El compromiso con uno mismo
Gala Ivanna Ocampo Sosa
Estudiantes de Diseño Industrial
La vida nos encamina constantemente para encontrar la disciplina y motivación para seguir adelante con compromisos acordados con otras personas, pero existe un vacío entre la formalidad que se pone en un proyecto compartido contra aquel que sólo tendrá repercusiones en uno mismo: el propio proyecto de vida.
Crecer inmersos en distintos grupos sociales implica adoptar un rol desde el cual actuar; ya sea un rol de estudiante que debe cumplir con la escuela y con sus padres o un rol de hijo que debe asumir responsabilidades en el hogar. A pesar de que estos compromisos son relativamente simples, suele haber una figura de autoridad encargada de supervisar su cumplimiento, tal como los maestros o los propios padres.
Tener una figura externa evaluando el desempeño también funciona de guía para saber qué debe hacerse y por qué, pues las expectativas son claras y también se tiene conocimiento de qué consecuencias tendrá el cumplir o no. El problema viene cuando se alcanza una edad en la que los objetivos personales son más tangibles y no hay a quién rendir cuentas más allá de sí mismo.
La inconsistencia de los compromisos personales puede verse desde tradiciones tan populares como los llamados “propósitos de año nuevo”, pues es de conocimiento popular que difícilmente se cumplen. Dado que ya es el sexto mes del año vienen las preguntas: ¿Qué se cumplió? ¿Qué no? ¿Aún siguen en pie estos propósitos o ya están pospuestos para el próximo año?
Abandonar los llamados propósitos (que deberían establecerse como objetivos) y los proyectos personales, tiene mucho que ver con la noción del tiempo que se tiene para cumplirlos y que la responsabilidad de hacerlo depende solamente de la persona, así que las consecuencias no se reflejan automáticamente como cuando hay un supervisor. Estar acostumbrado a tener estímulos externos que evalúen los resultados puede llegar a nublar la percepción del adulto joven de su compromiso consigo mismo para cumplir sus metas, por lo que al trabajar en ellas no debería pensar del mismo modo que cuando el compromiso es con alguien más.
Como opinión personal, considero que si se trata de hacer algo para uno mismo no sólo se debe considerar llegar al resultado final como el éxito del proyecto, sino que se deben hacer puntos de control que permitan ver la evolución del proceso, de modo que si se decide abandonar sea una decisión consciente conforme a lo que se sintió con el proceso y que no sólo se le quite atención hasta que la motivación se desvanezca y con ella el proyecto.
Aunque nunca es tarde para hacer algo por uno mismo y las consecuencias en este tipo de decisiones tardan más en llegar, siempre lo hacen. Por ello es mejor fomentar tomar acción a pasos pequeños en vez de detenerse y esperar que la vida pase hasta que alguien más te dé luz verde para empezar a vivir.