La persistencia de la memoria
Frida Ivanna Rodríguez Aguirre
Licenciatura en Arte Contemporáneo
A lo largo de este semestre, mi participación en el Observatorio de Desaparición de Personas (ODP) ha sido una experiencia que me ha marcado tanto en mi vida académica como en la personal. Inicialmente, tenía dudas sobre mi participación en el proyecto, considerando que el perfil que solicitaban estaba dirigido a estudiantes de humanidades y ciencias sociales. Sin embargo, mi interés en el Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría (IDHIE) surgió a través de mi participación en la exposición “Narrativas y Memorias de la Desaparición en México” en 2021, fue ahí donde conocí sobre los proyectos referentes a la persistencia de la memoria sobre personas desaparecidas.
A pesar de provenir de una licenciatura en Arte Contemporáneo, descubrí que mi formación artística ofrecía una perspectiva diferente para abordar problemáticas sociales. A lo largo de mi carrera hemos tenido diversas clases en las cuales exploramos la intersección entre el arte y la sociedad, centrándonos en crear nuevas narrativas no revictimizantes y no criminalizantes, apostando por construir narrativas colaborativas desde la esperanza, la dignidad y las exigencias de justicia. Este enfoque, demostró ser valioso al abordar la problemática de la desaparición de personas desde una perspectiva humanista y artística.
La experiencia en el ODP fue reveladora en muchos sentidos; se me presentó la complejidad de las desapariciones como un fenómeno atravesado por diversos factores, ya sea económicos, geográficos y políticos. Cada caso dejó de ser un evento aislado para convertirse en un síntoma de problemas más amplios en nuestra sociedad. Este entendimiento ampliado desafió mis percepciones iniciales y me hizo considerar que detrás de cada cifra hay un rostro, una historia y una comunidad que sufre.
La interacción con los colectivos de familiares de desaparecidos en foros donde comparten sus testimonios fue una de las experiencias más impactantes. Escuchar sus relatos, compartir sus frustraciones no solo fue una tarea académica, sino un acto humano fundamental. Estas interacciones fortalecieron la idea de que la defensa de los derechos humanos va más allá del trabajo puramente académico, implica una conexión genuina con las personas y un compromiso colectivo.
En conclusión, mi tiempo en el ODP ha sido más que una tarea de servicio social, ha sido un pilar fundamental en mi desarrollo académico y personal. Esta experiencia desafiante ha enriquecido mi educación al proporcionar una perspectiva práctica y humana sobre la complejidad de los problemas sociales. Deja en mí una marca duradera, consolidando un compromiso como estudiante y próximamente como profesionista en la lucha por la justicia y la verdad. La experiencia ha cimentado mi convicción de que, a través de la conexión, comprensión y acción, podemos contribuir significativamente a la defensa de los derechos humanos.