Las trabas del sistema ante una radio comunitaria
Mauricio Escobar Liceras
Licenciatura en Literatura y Filosofía
La radio comunitaria más antigua del país Radio Huayacocotla: La Voz de los Campesinos, lleva más de 50 años al aire articulando la voz de los campesinos y de los indígenas, creando contenido de calidad sin perder lo popular, entendido como aquella reivindicación de la identidad de las comunidades originarias del país que desgraciadamente, han sido olvidadas en la pobreza de la periferia. Sin embargo, si bien su historia por un lado constituye un relato ejemplar e inspirador de cómo se debe articular una radio al servicio de los más desfavorecidos, también es un caso ilustrativo de cómo el sistema dificulta convenientemente la aparición de este tipo de programas de resistencia.
Desde su fundación por integrantes de las Carmelitas Descalzas en el año de 1965, Radio Huaya batallaría frente al reto de la sustentabilidad económica. Diez años después sería adoptada por el Fomento Cultural Educativo pero las cosas no cambiarían. Al día de hoy Radio Huaya se constituye como un equipo compuesto de colaboradores que dan su trabajo, tiempo y cariño y personas voluntarias, pero que asumen esta labor en respuesta a un llamado social que no puede ser evitado. Pero el testimonio de los retos económicos no constituye la única (ni la mayor dificultad) de su historia.
Desde el inicio de la radio hasta nuestros días, los puntos comprendidos por la Ley de Telecomunicaciones plantean un esquema de diferenciación entre las radios comerciales y las radios comunitarias: mientras que las primeras obtienen bastantes apoyos económicos gracias a su estatus fiscal, siendo objeto de diversas campañas publicitarias bien pagadas; las últimas constituyen un nicho muy reducido al menos en materia económica y que encima de esto, deben hacer frente a un montón de procesos burocráticos para mantener su existencia.
Pero las diferencias no acaban ahí: “La diferenciación entre concesiones comerciales y sociales mantiene una brecha importante en lo que respecta a la capacidad de transmisión, formas de sostenibilidad e incidencia en audiencias de unas y otras” (Ortega, 2014).
Además, el cambio de una radio comunitaria a un canal de radio tan grande como FM, es realizado sin nada más que el apoyo de los ciudadanos miembros de dichas comunidades marginadas. Y muchas veces, los requisitos burocráticos no se realizan tomando en cuenta realidades distintas a la ciudad. Por ejemplo, cuando en el 2005 Radio Ahuaya pasó a FM, la ley le exigía 12 horas continuas de transmisión de servicios de buena calidad, cuando la CFE proporcionaba un servicio de luz eléctrica pésimo a la comunidad de Huayacocotla, Veracruz. Claramente se trató de un intento de censura técnica, donde el estado planteó una serie de requisitos burocráticos con la intención de sencillamente no otorgar semejante espacio a una radio que articula las voces desde la resistencia.
Al día de hoy, Radio Huaya sigue transmitiendo para fortuna de miles de campesinos e indígenas en cinco estados de la República Mexicana. Pero de cualquier manera, la dinámica burocrática como una forma de evitar el surgimiento de medios de comunicación libres y originales, debería de indignarnos a todos y poner los focos rojos sobre una forma de censura mucho más discreta y sigilosa.
Referencias:
Francisco Urrutia de la Torre, coord. (2014.) 50 años promoviendo la justicia. Incidencia
y aprendizaje de cinco organizaciones de la sociedad civil. México: Centro de Estudios Educativos/Instituto Nacional de Desarrollo Social (Indesol)