De México para el Muro
La finalidad del siguiente texto es hacer una breve recopilación sobre el panorama del país, en términos de la política que ha decidió implementar el nuevo Presidente de los Estados Unidos, con el objetivo de esclarecer el panorama político y económico de México.
En un primer momento deberíamos preguntarnos si existe un diálogo entre México y Estados Unidos. A mi parecer la respuesta es sencilla y es un no. Seguramente las autoridades mexicanas siguen pensado en estos términos que sí lo hay, sin embargo Trump ha sido claro sobre su postura agresiva y poco tolerante acerca de los migrantes mexicanos, así como con el Gobierno de nuestro país.
Pudimos percibir la poca capacidad política del ahora Presidente estadounidense desde los inicios de su campaña, basándose en un discurso agresivo, racista y poco tolerante. Esto fue una muestra clara de que estábamos en la antesala de una persona que se iba a caracterizar por tener poca capacidad de dialogo. La razón de esto es que es un político, sino un empresario motivado y respaldado por esa actitud prepotente y emprendedora de mercado que sobre pasa todos limites.
La construcción del muro más allá de ser una realidad práctica, tiene una connotación de carácter simbólico que edifica aquella separación de dos supuestas realidades que se construyen de manera paralela y que en realidad representa todo lo contrario.
¿Cómo entablar el diálogo?
La postura que pueda tomar México en estos momentos es determinante para abrir espacios de negociación. La respuesta es simple. A Trump hay que confrontarlo y tratarlo como lo que en realidad es un “empresario” que no está abierto a negociar ante ninguna postura en los términos de nuestro país.
Un factor que iba a determinar cómo se podía mover una relación entre el Presidente de los Estados Unidos y México era Joaquín Guzmán Loera, quien fue entregado en el último día de gestión de Barack Obama, y esto tiene distintas connotaciones y significados sobre una gran sospecha. La primera representa aquella idea ambigua en la que se entrega al narcotraficante más buscado de los Estados Unidos al presidente saliente ante una supuesta indignación del gobierno mexicano con el presidente entrante, sin embargo en un segundo momento puede ser interpretado como una ofrenda a Trump que, a través del ex presidente, se hace un guiño para entablar un espacio de diálogo que en realidad no hay.
Bajo todos estos argumentos México tiene que mostrar una postura rígida y agresiva respecto a los términos de Trump, con la finalidad de que en algún momento se pueda construir un espacio para el dialogo.
Tendríamos que pensar que en realidad la postura por parte del Gobierno estadounidense posibilita no sólo las opciones de mercado y nuevas economías para México, sino a su vez aquella opción de priorizar los términos políticos y sociales internos del país.